PARTICIPAR EN BIBLIOTECA CELSIUS

¿QUÉ ES LA BIBLIOTECA CELSIUS Y CÓMO PARTICIPAR?


La Biblioteca Celsius nace con la intención de igualar el microrrelato a las grandes obras de la literatura universal. Con ese fin, pretende extraer lo esencial de todas y cada una de ellas y volverlas a redactar desde la perspectiva de la brevedad. Está abierta a todo aquel que quiera. Para hacerlo hay que tener en cuenta varios factores:


- Todo autor quiere decirnos algo cuando escribe. Esa intención ya está plasmada en su obra. El microrrelatista tendrá que captar esa intención y desarrollarla como si fuera el autor, pero dentro del género del microrrelato.

- Cuando termina la destilación de la obra, al lector le debe quedar la misma sensación que si hubierta leído la novela de la que deriva.

- Habrá que empezar y acabar el microrrelato con las mismas palabras con las que lo hizo el autor original. Es un vínculo de por vida que unirá a ambas creaciones.

- No hay que pretender resumir las grandes obras, todo lo contrario. Su intención es la de mostrar en un bocado lo que sería un plato entero, es decir, haciendo un símil culinario, sería hacer una tapa de un plato, conseguir que, a través de nuestro pequeño manjar, el lector quiera empacharse del original.

- No podemos coger aforismos o frases hechas para condensar el mensaje, no, hay que desarrollar, con las técnicas del microrrelato, lo que sucede en el original.

- Hay que ir a lo esencial e intentar que el sabor de lo presentado no se resienta.

- No debemos olvidar qué es un microrrelato, ya que el resultado será valorado acorde a las reglas que definen este género literario.

- Por último, lo lógico sería empezar por los autores clásicos, aquellos que están asentados en el imaginario popular y luego, poco a poco, ir ampliando la nómina a toda aquella novela a la que queramos alambicar para dejarla fija en la Biblioteca Celsius.

Así que no olvides todas estas cuestiones, jibariza ese clásico que tanto ha supuesto para ti y envíalo aquí donde encontrará su hueco entre otros como él.

1 comentario:

  1. TODO COMO ANTES, de Kjell Askildsen.

    ¿Se puede considerar obra magna de la literatura universal esta pequeña joya de relatos de dimensiones, en cuanto a número de palabras que no en calidad, muy desiguales? Yo vuelvo a Askildsen cada vez que un adjetivo o un simple punto de exclamación viene, con fines meramente estéticas, a entorpecer uno de mis escritos. Los paisajes áridos de este autor no necesitan de ningún adorno para brillar. Su luz es única.

    El primer relato del libro, que reúne tres de los mejores libros de Askildsen, se titula "Ajedrez" y el último "Un lugar maravilloso". Con la primera frase de «Ajedrez» y la última de «Un lugar maravilloso» intenté escribir un relato que contuviera una partícula de cada emoción que pude y puedo sentir cada vez que vuelvo a perderme en las páginas de esta pequeña gran obra.




    El hombre del parque

    «El mundo ya no es el que era» y, día tras día, el viejo salía de casa a las once para ir a sentarse en el único banco del parque al que no le falta el respaldo. Era también el banco más cercano a su edificio. Desde el portal eran ciento dos pasos, los había contado. Pasos cada vez más pequeños para cubrir una distancia que esos mismos chavales, que se empeñaban en quitarles travesaños a los respaldos, recorrían en menos de tres zancadas. Un día, tal vez porque lloviese, decidió ir a ver a su hermano que andaba muy jodido, bastante más que él; siempre lo había ganado en todo (estudios, chicas, éxitos literarios) y, ahora, con sus mil achaques seguía llevándose los honores. El hombre cogió el autobús de las once y a las doce y media ya quiso volver. Su hermano se quejó de que su visita fuese tan corta como las de su médico, y aseguró que para eso solo no hacía falta que viniera más.
    —Tal vez tengas razón— respondió el hombre del parque.
    Lo único en lo que estaban de acuerdo era en si hacía frío o calor y se referían a ello cada cinco minutos. Quizás fuera una manera como otra de evitar hablar del tedio.
    —Hace un frío de cojones —dijo el de los éxitos.
    —«Ya lo creo —contestó él.»

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